El pasado 29 de enero, San Valero (patrón de Zaragoza) me trajo una genial sorpresa; y no, no me refiero a la del roscón, que obviamente no pudo faltar sobre la mesa, sino a la visita de la Casa Solans. Un auténtica joya arquitectónica de 1921 que siempre había querido visitar y que abrió sus puertas solo por un día. Y por supuesto, ¡no falté a la cita! Y lo mejor, además de poder pisar sus increíbles suelos, fue poder recrear su historia…